Las cosas no siempre son lo que parecen. Las apariencias me confunden. Me dejo engañar por mi ojo, por mi percepción de las cosas, por mi mirada llena de prejuicios. Hay errores en la vida que tal vez pueden ser mi salvación. Equivocaciones en los caminos que me llevan a casa. Puede haber pérdidas que saquen lo mejor de mi alma. Contratiempos que despierten fuerzas que desconocía. Puedo emprender el mismo camino demasiadas veces. Y subir la misma cuesta pensando que tenía que bajarla. Puedo regresar al punto de partida cuando me parecía que las cosas estaban yendo de forma perfecta.
Puede ser que los cielos se rompan con el sol cuando temía las peores lluvias. Y el frío puede helar mis huesos esperando ese calor que me haga arder por dentro. Tengo miedo de las decisiones que nunca tomo. Y me asustan menos las palabras nunca dichas que las que expreso temeroso. Sé que la vida que no se entrega se muere y los sueños que no se sueñan, se olvidan.
No me da miedo confundir los destinos ni inventarme rutas que me alejen del centro. No pretendo tener todas las respuestas. Ni encontrar todas las rutas. Sólo quiero mantener esa ingenuidad de los niños. Podré ser engañado, no me asusta. Confío ingenuamente en un final feliz para mis pasos.
No me da miedo caminar a oscuras. Prefiero confiar en la mano dispuesta a sujetarme en la caída. Me tatúo en el alma la palabra gratuidad, para no vivir exigiendo y demandando que me den lo que me deben. Prefiero ser engañado a engañar. Perder la vida que guardarla a salvo. Salir herido a vivir sin rasguños protegiendo mi fama.
Prefiero arriesgarme antes que nunca jugar. Prefiero decir lo que pienso aunque eso no guste a todos. No pretendo herir, sólo ser sincero. ¿Será verdad que un error pueda salvar mi vida? Hay errores que me llevan a encontrarme conmigo mismo en medio de mis dolores. Hay decisiones incomprendidas. Y otras que son esperadas y nunca llego a tomar. Sólo espero perder la vida para ganarla. Y amar hasta el extremo para encontrar misericordia. Necesito confiar cuando todo parece perdido. Me siento débil en el camino de la vida. Confío en el poder de Dios, en la hondura de su amor.
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